Kingsman: Servicio secreto (Crítica)

Título: Kingsman-Servicio secreto
Título original: Kingsman-Secret service
Duración: 129 min
Director: Matthew Vaughn
Reparto: Colin Firth, Taron Egerton, Samuel L. Jackson, Mark Strong.
Sinopsis: el joven Eggsy se ve involucrado en una agencia de espías llamada Kingsman y del resultado de su primera misión podría depender el destino de la Humanidad...







"Los modales hacen al hombre"
Harry Hart

¿Quién no ha visto (y disfrutado) alguna vez de alguna película de espías? James Bond, Jason Bourne... Todos tienen cosas en común y en eso se basa Kingsman.
Muchos dudaron del proyecto de Vaughn cuando se decidió a dejar la saga X-Men (tras Primera generación) y devolvérsela a Singer (quién creó una maravilla con Días del futuro pasado) pero ahora Vaughn ha conseguido llevar a cabo su proyecto. ¿El resultado? Una surrealista, hiperviolenta y salvaje película que hará las delicias de todo espectador que acuda a verla buscando entretenimiento.
Así es, resulta que Kingsman es una de las películas de acción más endiabladamente entretenidas que un servidor ha visto.
Eso sin contar la dirección, que en una palabra podría resumirse como espectacular. La cámara ayuda en todo momento y no solo dejándose llevar por la emoción del momento sino realmente destacando, ayudando a hacer memorables momentos que en otras manos podrían haber sido corrientes. Una gozada.
Por otro lado está el reparto:

Un primerizo Taron Egerton sorprendente y carismático como pocos, que ya suena para el papel de Spider-Man (salvo que elijan a Miles Morales en lugar de a Peter Parker). En cualquier caso, Egerton nos presenta a un personaje con el clásico honor entre ladrones y un perfecto espía. Las bromas y el carácter del personaje y del actor se unen de manera que da la impresión de ser un personaje totalmente natural. Una joven promesa.
Samuel L. Jackson nos presenta a un villano que no se queda en una hoja en blanco, sino del que conocemos su personalidad e incluso sus tics más absurdos. Una magnífica actuación en un papel que solo él podría haber hecho con calidad.
Y, dentro de los tres grandes de la peli acabo con el mejor: Colin Firth, que nos brinda una interpretación tan soberbia para la peli que es que resulta increíble. Dicen que ha rodado el 80 % de sus escenas de acción y personalmente me lo creo. El honor (y el humor) están presentes en el personaje de Hart de manera sublime, al igual que el otro lado del personaje, tan explícitamente mostrado en la absolutamente genial escena de la iglesia.
Los secundarios como son en este caso Michael Caine y Mark Strong están sublimes.
Uno podría pensar que en una película como esta la violencia es innecesaria... y llevaría razón, si esta fuera la película que da la impresión que debería ser.
Resulta que, dado el planteamiento de la peli, la violencia es completa y absolutamente necesaria y en dosis casi absurdas, para dar la impresión de lo que realmente quiere ser. Una salvajada.
El humor es otra cosa. Tremendamente gracioso cada chiste en muchas ocasiones aunque alguno (el último de todos) me chirrió bastante. De todos modos, no voy a juzgar una película por un golpe de humor no surta efecto o sea excesivo cuando me he estado partiendo de risa durante toda la película.
Y es que, por muy tonta o rara que nos parezca una situación cuando, ya en casa, pensamos en la película, es cuando la estás viendo cuando todo te parece normal y estás metido de lleno. La película juega con ese concepto y se encarga de meter al espectador (usando en su mayoría a Egerton, con el que vamos descrubriendo todo).

Reconozco que no tengo ningún interés en ver la anterior película de corte similar a esta dirigida por Vaughn, Kick Ass, puesto que este tipo de humor nunca me ha convencido. Kingsman ha resultado tan buena que la pongo como la excepción, porque me lo he pasado pipa.
Además, hacía mucho tiempo que no me sentía tan desahogado en una sala de cine, y por ello bien que se merece una nota positiva por mi parte.
¡Vaughn, mi entrada para la secuela ya la tienes ganada!